La filosofía de los arhuaco: devolver a la naturaleza antes de tomar de ella

La vida moderna se centra en obtener cosas. ¿Pero qué pasaría si en lugar de ello empezáramos a dar antes de recibir? A través de unos valores basados en la reciprocidad, esta comunidad vive en total armonía con la naturaleza. 

Cuando compras frutas y verduras en el supermercado o adquieres un mueble nuevo para tu casa, ¿alguna vez te paras a pensar de dónde vienen? ¿O le das las gracias al planeta por ofrecértelos? Seamos sinceros: la mayoría de nosotros no lo hacemos. 

 

Pero en lo más profundo de la colombiana Sierra Nevada de Santa Marta, la cordillera montañosa costera más alta del mundo, el pueblo arhuaco vive según una filosofía que resulta contraria al desapego que reina en el mundo moderno y apuestan en su lugar por la reciprocidad. Para ellos, la naturaleza no es una fuente de la que obtener cosas, sino que es un miembro más de la familia. No se limitan a tomar cosas de la tierra, sino que piden permiso y devuelven lo tomado. ¿Cuáles son sus creencias? Creen que si cuidamos la naturaleza, ella cuidará de nosotros. Es una idea de la que tenemos mucho que aprender. 

Un grupo de personas vestidas con ropa blanca tradicional con accesorios tejidos está reunido frente a una pequeña fogata en el exterior, sobre hierba de color verde. Una persona está de rodillas y acerca las manos al humo, posiblemente como parte de un ritual, mientras las demás observan o participan.

¿En qué consiste la reciprocidad? 

En Occidente, cuando hablamos de pagar nos referimos a poner un precio a cada cosa, ya sea en dinero o en favores. Por ejemplo, si quieres comprar una manzana, tienes que intercambiarla por dinero. O si tu amigo te invita a cenar, lo más lógico que es que otro día le invites tú. Aunque podemos pensar que la reciprocidad es parecida al “hoy por ti, mañana por mí”, para el pueblo arhuaco el concepto de la reciprocidad no tiene nada de ver con una transacción. La manera de devolver lo obtenido no necesita ser a través de un intercambio directo de favores ni de un pago equivalente. Se trata de contribuir a un ciclo de dar y recibir que sostiene la vida al completo.  

 

Dentro de su comunidad, no existe el intercambio de dinero sino que usan el trueque y se da prioridad al esfuerzo colectivo. Desde plantar hasta cosechar cuando una familia necesita ayuda, toda la comunidad se vuelca en ayudarles, porque saben que en otro momento se les devolverá el favor de manera natural, no necesariamente de manos de la familia que ahora recibe ayuda sino a través del ciclo de ayuda mutua que engloba a toda la comunidad. 

 

Si los mamos o ancianos de la comunidad avisan que es necesario construir una nueva casa sagrada, el resto de prioridades quedan en segundo plano. Todo el pueblo trabaja en comunidad. Lo que la Sierra y la propia comunidad necesitan se transmite a través de los mamos y de las mujeres sabias del pueblo y todo el mundo debe jugar un papel en la realización de la tarea. Cuando el resultado de ese esfuerzo colectivo puede verse, tocarse, vivirse y disfrutarse, llega el momento de celebrar.  

 

Dar antes de recibir 

En la sociedad moderna, muchos de nosotros tenemos una mentalidad que se basa en recibir primero y en devolver después. Sin embargo, para los arhuaco, toda interacción con la naturaleza empieza con un acto de gratitud. Antes de cosechar, construir o utilizar un recurso, ofrecen algo a cambio, ya sea un poco de algodón que represente lo que quieren obtener o cualquier otra señal de respeto. Así, se aseguran de que la naturaleza no sea simplemente un recurso, sino un ser vivo con quien establecer una relación basada en el cuidado y respeto mutuos. 

 

Vivir con la naturaleza, no contra ella 

Para los arhuaco, la naturaleza no es algo exterior a ellos, sino una extensión de lo que son. El agua de los ríos es como la sangre que fluye por nuestras venas, mientras que la corteza de los árboles es como la piel y las rocas, nuestros huesos. Cuando hacemos daño a la naturaleza, nos hacemos daño a nosotros mismos y por eso cuidan del entorno natural con la misma atención que cuidan de sus propios cuerpos. Si llueve, no se resisten ni se quejan, lo aceptan como una parte más de la vida. Esta manera de vivir fomenta la resiliencia, la capacidad de adaptarse y una conexión más profunda con el mundo que nos rodea. 

 

La necesidad de ser más conscientes 

La manera de vivir de los arhuaco nos ofrece una importante lección para el mundo actual: la necesidad de ser más conscientes de nuestras acciones y de lo que nos rodea. No significa que tengamos que hacer una ofrenda a la naturaleza cada vez que vayamos a comer o comprar algo (aunque tampoco es mala idea). Podemos empezar por algo tan básico como pensar de dónde procede nuestra comida, poner en práctica la gratitud antes de consumir y, por encima de todo, ser conscientes del impacto que tenemos en lo que nos rodea. Piensa en la cadena de acciones (positivas y negativas) que terminarán reflejándose en la naturaleza.  

 

Devuelve el favor 

Una vez seamos conscientes de todo ello, podemos pensar en cómo devolver el favor o ir incluso un paso por delante. Imagina el impacto positivo que puedes tener en un desconocido al que hagas un cumplido. O piensa que, al plantar una semilla en el jardín, en unos años podría ser toda una fuente de nutrientes. Al cambiar la perspectiva de recibir a dar, podemos volver a conectar con el mundo que compartimos con las rocas, los árboles, las plantas, sus frutos, el agua, los animales y los demás seres humanos de una manera reconfortante, satisfactoria y que reconoce que todos somos iguales, que todos necesitamos comer, beber agua, ver el sol y disfrutar de la lluvia. Todos necesitamos nutrientes y todos nutrimos algo, ya sea de manera positiva o negativa… 

 

En su forma más básica, la filosofía y los actos de los arhuaco nos recuerdan que la naturaleza no es solo algo que nos rodea, sino que forma parte de lo que somos. Cuando la tratamos con respeto, logramos resiliencia y vivimos una vida con más significado. 

Jessy Deans

Jessy Deans

Jessy Deans es copywriter y le encantan las historias que le animan a pensar, los viajes y el chocolate blanco. Acostumbrada al ritmo incesante de la industria de la televisión, ha aprendido la importancia del autocuidado y de la desconexión, y cree que no hay nada mejor que tener "demasiadas" velas. Lleva toda su vida buscando la comida perfecta y cree fielmente que “si no te quieres a ti misma, cómo vas a querer a otra persona” (RuPaul).