Skin stories: una conversación con Mia Maugé

Bienvenidos a Skin Stories. En esta serie de artículos hablamos con mujeres reales sobre sus rostros igualmente genuinos.

Muchas personas nos sentimos inseguras en nuestra piel y, seguramente, pensamos que no está a la altura de los poco realistas estándares de la industria de la belleza. Creemos que ha llegado el momento de hablar sobre lo que significa tener una piel y un rostro reales. Hoy hablamos con Mia Maugé, modelo, conferenciante y defensora de la inclusividad en términos de edad. Esta es su historia y la de su rostro. 

  

¿Podrías describirnos cómo es la piel de tu rostro? 

Si me pongo a hablar sobre la piel de mi rostro, me pasaría como a mucha gente, programados como estamos a mencionar solo lo negativo. Te podría decir que tengo los poros abiertos, que tengo arrugas y manchas. También podría mencionar que estoy perdiendo elasticidad y firmeza. Pero este es mi rostro real y cuenta una historia. Habla de que llevo un buen rato viva y es algo que me parece importante destacar y defender, pese a que la sociedad piensa lo contrario. No deberíamos ver solo lo negativo del rostro de una persona madura, también deberíamos ver la experiencia, la sabiduría y todo lo positivo que ofrece.  

  

A lo largo de los años, ¿cómo ha evolucionado tu rostro? 

Creo que noté mi primera zona con melasma antes de cumplir los 50, cuando alguien me preguntó si era una marca de nacimiento (no la había notado) y, con el tiempo, se multiplicaron. Me gusta que estén en las mejillas y me gustan los patrones que forman. Ya no es algo que me ofenda. Pero me están saliendo más encima de las cejas y eso me gusta menos, porque les da una forma muy rara. Pero supongo que podría también acostumbrarme a ello. El rostro está cambiando constantemente y creo que hay un periodo de adaptación en el que te centras en lo que ha cambiado, pero con el tiempo pasa a formar parte de quien eres. 

  

¿Siempre te ha interesado el cuidado del rostro? 

No, cuando tenía veinte años no prestaba atención a la piel del rostro. Usaba el mismo jabón en el cuerpo que en la cara, me ponía aceite de bebé para tomar el sol… La descuidaba mucho. La verdad es que no me arrepiento. Puede que sea el motivo por el que ahora tengo melasma, pero es una señal de que mis veinte años fueron muy felices. Luego empecé a luchar contra el envejecimiento. Pero ahora mi rutina para el rostro es más un momento que me dedico a mí misma. Conecto con mi estado de ánimo y practico la gratitud. Aunque sea lo único que haga, esa parte de mi rutina siempre la completo. 

¿Cómo te sientes respecto a cumplir años? 

Cuando me acercaba a los 40, empecé a notar enseguida los efectos de la discriminación social hacia la edad (lo que provocó a su vez más rechazo interior hacia mí misma). En el trabajo, parece que no se te valora por tu experiencia vital o laboral, simplemente porque se nota que eres más mayor. La sociedad está increíblemente centrada en la juventud. Muchas marcas tienen como objetivo ese sector demográfico e ignoran a las personas más maduras (que suelen tener más recursos económicos, además). La clave está en la representación. Creo que todo el mundo quiere verse reflejado, sin importar cuántos años tengas. 

 

¿Qué opinas sobre la representación de las mujeres en los medios de comunicación? 

Creo a que las mujeres maduras o bien se las ignora por completo o bien se las convierte en estereotipos. Alguien de mi edad normalmente es una suegra difícil, una abuela adorable o, como mucho, una tía guay. Pero no hay mucha diversidad en mi rango de edad, no veo la suficiente. La mayoría de las veces, soy la única persona que tiene este aspecto en el set. Tanto en términos de edad, tono de piel, color o textura del cabello. Parece que estoy ahí para cumplir una cuota, pero no me importa. Los cambios pequeños también importan y eso es lo que estoy viendo. Estoy agradecida por formar parte de ello. El simple hecho de contar aquí mi historia supone un cambio.  

  

¿Qué papel juegan las redes sociales en tu vida? 

Me han cambiado la vida. Me han ofrecido una plataforma a través de la que conectar con otras personas afines y me han permitido ampliar mi voz en cuestiones de discriminación por edad. También me han dado un lugar para ser visible como mujer de mediana edad y mostrar a todo el mundo cómo es de verdad y cómo elijo vivir. No tengo que depender de los medios tradicionales para lograr esa representación, me la doy a mí misma. 

  

¿Siempre te has sentido cómoda en tu piel? 

Cuando era joven, en los ochenta, la talla cero era el estándar de belleza. No tengo esa talla y nunca la he tenido. Tengo caderas y muslos y siempre me han hecho sentir que es algo que tenía que cambiar. Me he pasado décadas persiguiendo un tipo de cuerpo totalmente imposible para mí. He tenido que enfrentarme a esas inseguridades cuando me he convertido en modelo, con 54 años. Me contactaron por Instagram para ser modelo y mi respuesta inmediata fue la de siempre: “No puedo, no tengo una talla cero, no cumplo con lo necesario”. Pero lo que me respondieron fue que lo que yo representaba era más importante que mis inseguridades. Así que me lancé.  

  

Uno de mis trabajos favoritos fue una campaña de lencería. Literalmente no pegué ojo la noche antes, estaba atacada, pero sabía lo importante que era ver a alguien de más de 50 orgullosa de su cuerpo y dispuesta a mostrárselo al mundo. Tuve que bailar en bragas y sujetador y, sorprendentemente, no me sentí nada cohibida. Me sentía eufórica. Ese momento fue determinante. No soy perfecta, de vez en cuando oigo una voz negativa en mi cabeza, pero, en general, he aprendido a no prestarle atención. 

  

¿Cómo ha influido la maternidad en tu perspectiva respecto a la edad? 

Una vez, cuando estaba luchando contra la edad, me miré al espejo y dije en voz alta algo negativo sobre mi rostro. Mi hija mayor me dijo entonces que tuviera en cuenta que en 10 años echaría la vista atrás y pensaría que ahora no tenía nada de lo que quejarme. Me dijo que estaba “preciosa”.  Tenía 16 años por entonces y me di cuenta de lo inteligente que era. Le estoy muy agradecida. Es algo que me marcó. Me di cuenta de la razón que tenía y fue muy potente que me lo dijera precisamente ella.  

  

Mis dos hijas me habían intentado convencer para que dejara de teñirme el pelo porque pensaban que me quedaría genial y yo también lo creía, pero no me gustaba lo que iba a significar. Ahora no pasa un solo día en el que alguien no diga algo bonito sobre mí. No estaría haciendo lo que hago ahora si no hubiera apostado por mi pelo natural. Yo lo llamo mi magia plateada. Es algo que atrae a las personas, es precioso.