Cómo hacer caso a tu intuición puede traducirse en una vida más feliz

Al escuchar a tu intuición con atención y conciencia, puedes descubrir tus deseos internos y encontrar nuevas e increíbles oportunidades

Era una relación que lo tenía todo para no funcionar. Sophie Belle conoció a su alma gemela en una fiesta, en Londres, pero en cinco días él se mudaba a Singapur. “Conectamos de inmediato”, afirma. “Tenía un muy buen presentimiento. Nos quedamos toda la noche hablando y decidimos mantener el contacto. Un año después me mudé a Singapur para estar con él”.   

 

Diez años después, están casados y tienen dos hijos. “Ahora me doy cuenta de que siempre que he hecho caso a mi intuición cuando algo parecía lo adecuado; incluso si no era del todo lógico, ha funcionado”, explica Sophie, facilitadora de respiración y fundadora de Mind You Club. “También creo que, cuando notamos una resistencia inexplicable hacia algo que, sobre el papel, debería ser lo correcto, normalmente es porque algo mejor te espera un poco más adelante”.  

 

REACCIÓN INSTINTIVA 

Lo que describe Sophie es una “reacción instintiva”, que es cuando “nuestro instinto nos dice algo sobre algo, sin tener necesariamente una explicación racional”.  

 

Puede resultar muy poderoso, como si tu cuerpo se estuviera comunicando contigo a nivel celular. Tu instinto es como una brújula, que te lleva a lugares más allá de la comprensión de la mente”, afirma Caroline Britton, asesora de alma. “Si le prestas atención, ante ti se abre todo un mundo de posibilidades”. 

 

Como es hasta cierto punto inexplicable, hacer caso a nuestra intuición puede parecer casi supersticioso. Pero, de hecho, la intuición es algo que los psicólogos y neurocientíficos llevan dos décadas tomándose en serio. Cada vez es más reconocida como un indicador totalmente válido de nuestros sentimientos auténticos.  

 

“El cerebro y el estómago, de donde parece surgir esa reacción instintiva o visceral, están totalmente interconectados, se comunican y colaboran de manera bidireccional”, afirma la doctora Lola Tillyaeva, doctora en psicología, activista por el bienestar y emprendedora. Explica que esa reacción instintiva o visceral es de hecho el resultado de la información que las bacterias de nuestro intestino reciben constantemente del mundo exterior. “A nivel fisiológico, las bacterias de los intestinos se comunican con el cerebro a través de mensajeros químicos y conexiones neuronales. La flora del intestino reacciona rápidamente a esta información y responde ante la situación”.  

 

PEQUEÑAS SEÑALES  

Lo que estamos empezando a entender ahora es que el estómago funciona casi como un “segundo cerebro”, según la doctora Tillyaeva. “Los miles de millones de neuronas del cerebro están mandando constantemente señales que viajan por el nervio vago y envían mensajes a muchos de nuestros órganos internos, incluido el tracto digestivo. Pero nuestros intestinos tienen también todo un ejército de neuronas, el denominado Sistema Nervioso Entérico (SNE), que se encuentra en el revestimiento del tracto digestivo. Alrededor del 85 por ciento de estas neuronas, y hay millones de ellas, están ocupadas enviando mensajes de vuelta a nuestro cerebro”. Ser más conscientes de esta conexión entre nuestro cerebro y nuestro intestino puede ayudarnos mucho a la hora de navegar por las elecciones que tenemos que tomar en la vida.    

 

Al menos a nivel físico, la mayoría de nosotros ya estamos familiarizados con la conexión entre el cerebro y el intestino. Además de la sensación de que debemos hacer algo, como dejar un trabajo seguro por otra oferta que nos parece más “adecuada”, todos hemos experimentado las manifestaciones cotidianas de estos mensajes viscerales. Como los nervios en el estómago antes de dar un discurso o esa sensación en el pecho cuando algo nos sobrepasa: son nuestras vísceras diciéndonos que algo está ocurriendo.  

HAZ CASO A TU INTUICIÓN 

Cuando hablamos de decisiones vitales importantes, parece que la intuición siempre es buena consejera. En múltiples estudios realizados por psicólogos de Stanford, a los participantes se les planteó una serie de decisiones complejas como elegir un nuevo coche, un piso o un tratamiento médico. Cuando utilizaron estrategias lógicas “pensadas con la cabeza” para responder al dilema, acertaron el 26 por ciento de las veces, mientras que, cuando usaron su intuición, o sus sentimientos, tomaron la mejor decisión el 68 por ciento de las veces. 

 

Caroline destaca la importancia de confiar en esa sensación. “Hemos sido condicionados para ver las sensaciones que nos produce algo como secundarias respecto al pensamiento lógico y las rechazamos. Es importante dejar de hacerlo, porque nos ayudan en situaciones de duda. Hazles caso”. 

 

MENSAJES CONTRADICTORIOS 

El complejo sistema de mensajería interna del cuerpo se remonta a cuando los humanos éramos cazadores-recolectores y teníamos que confiar en el “instinto” para sobrevivir. “Lo sabemos desde hace miles de años”, afirma la doctora Tillyaeva. 

 

Pero todos nos hemos visto en alguna situación en la que sentíamos que algo no andaba bien, pero sabíamos que teníamos que seguir adelante. ¿Cómo sabemos entonces si debemos confiar en nuestro instinto o si estamos leyendo correctamente las señales? “Hay una diferencia entre sentirse abrumado por las sensaciones, como cuando estamos nerviosos o atravesando un gran cambio vital, y usar tu intuición para impulsar tu capacidad de decisión”, comenta Caroline. “Lo importante es preguntarte: ‘¿He decidido no hacer esto para evitar una sensación de incomodidad?’, una consecuencia muy natural del crecimiento personal, como cuando quieres salir corriendo antes de dar una presentación o ‘¿Mi cuerpo me está intentando decir que algo no va bien?’, como cuando notas un vacío en el estómago cuando piensas en el trabajo o en una determinada persona. Esto último surge de un lugar muy potente, mientras que la otra te resta poder”. 

 

Requiere práctica y saber escuchar a tu cuerpo, pero Caroline nos anima a identificar si nos sentimos limitados o abiertos en ese momento.  

 

“Son señales de hacia dónde nos dirige el instinto, incluso si nuestra mente no está de acuerdo o no lo entiende. Una buena técnica es el sistema de semáforos. Pídele a tu cuerpo que te dé luz verde cuando note que algo es positivo, ámbar si es un “a lo mejor” y rojo si tiene claro que es un no. Vas a ver lo rápido que tu cuerpo te da una respuesta. Y confía en esa primera reacción”.   

 

DECISIONES Y RESPIRACIONES 

Sophie añade que la respiración puede ser una herramienta muy poderosa para escuchar lo que te dice la intuición. “La respiración nos ayuda a calmar el sistema nervioso para escuchar lo que nuestros cuerpos nos están intentando decir de verdad, en vez de prestar atención a las interferencias de nuestras mentes saturadas y estresadas”.  

 

También afirma que “podemos ayudarnos de la respiración para alterar nuestro estado de conciencia y explorar las emociones y la intuición”. Una técnica llamada Respiración conectada consciente, según afirma Sophie, puede ser “una forma de aprovechar profundamente nuestra intuición y resolver un problema o dilema a través de las sensaciones, lograr una mayor claridad gracias a la sabiduría interior”. 

 

La clave para escuchar nuestros cuerpos y nuestra intuición es primero reducir la velocidad, para que nos sintamos más seguros. “Estoy convencida de que una intuición (genuina) está totalmente conectada con una mayor conciencia del cuerpo”, afirma Sophie. Solo entonces podemos escuchar de verdad a nuestro instinto y dejar que nos guíe de manera positiva”. 

Jessica Salter

Jessica Salter

Jessica Salter is a freelance health and wellbeing journalist with more than 15 years’ experience writing for titles ranging from the Financial Times to the Sunday Times and British Vogue. She enjoys seeking out new trends and digging down to find science and expert opinion to discover the ways in which we can live happier, healthier lifestyles – and trying to put them into practice in her own (less than perfect) life.